jueves, 25 de octubre de 2012

Preparando Halloween



 Como muchos sabéis, de Halloween hay fervientes defensores y detractores, como en casi todo. Yo me considero indiferente, creo que a los niños y las niñas estas cosas les divierte mucho y que todo lo que sea divertido para las peques, me apunto.

http://modernadepueblo.com/

Meni tiene que ir disfrazada al colegio. Cuando le he preguntado de qué terrorífico personaje se quiere disfrazar, me ha salido con un: “de cachorrito” (se refiere a cachorro de perro, obsesión que últimamente nos atormenta).


Luego ha cambiado de opinión y quiere ir de terrorífica bailarina con alas de hada.

Pues bien, a pesar de explicarle que Halloween es una fiesta en la que hay que disfrazarse para asustar, ella entiende que si su personaje gruñe asusta igual que cualquier pirata, bruja o fantasma que se precie. Ante eso una no puede rebatir nada. Va de bailarina con alas de hada.
Meni disfrazada en Halloween de terrorífica bailarina con alas.

No he podido evitar recordar el famoso anuncio del castor… de lo mejorcito que hay en estas cuestiones y que representa el sentir de una madre y los disfraces (salvando las distancias, ya que si mi hija me dice la noche antes que tiene que ir de castor, no quiero ni pensar el horror).


Pues eso.

lunes, 22 de octubre de 2012

Contradicción 1: Faunia



Primero: tras mi maternidad he tenido que claudicar con algunos de mis principios y asumir de forma más evidente mis contradicciones. Uno de ellos era jamás visitar un parque en el que hubiera animales enjaulados y expuestos. Pues ya voy por mi cuarta visita a un parque de estas características (2 Faunias, 1 zoo, 1 Peralejo). Mi hija Meni está loca por los animales y cada día me dice: “¿Sabes que yo no tengo una mascota?” a lo que yo le contesto: “Claro que lo sé”. Por lo que mi sentimiento de culpabilidad de que no tenga ni una tortuga, me empuja a llevarla a este tipo de espacios.
Meni y los flamencos

El sábado del puente del 12 de octubre estuve en Faunia. Como yo, a medio Madrid y a tres cuartas partes de España se les ocurrió el mismo plan. Yo estuve hace dos años y me llevé una impresión bastante mala, de hecho, lo llegamos a llamar estaFaunia; comparado con el zoo, que tiene mucha más variedad de animales y mucho más impactantes (elefantes, osos pardos, pandas) de Faunia me fascinó el rincón de los suricatas: tanto espacio para un animal tan absurdo. Dato: jamás pensé que haría una comparación de este estilo.

Guacamayos en el trópico de Faunia
Canguro en la estepa Faunia



Pues, ¿qué es lo bueno que tiene Faunia? Para mi gusto, que estás más cerca de los animales y que a muchos de ellos puedes tocarlos. No tengo yo muy claro que esto sea bueno para ellos, desde luego (más bien me parece un horror que estos pobres animalitos sean acosados por las personas), pero obviamente mi hija mayor y las hijas de la otra pareja con la que fuimos, estaban encantadas.

¿Lo peor de Faunia? Pues lo que los niños nos enseñan. Cuando salimos y le pregunté a mi hija qué animal le había gustado más, me respondió: “el cartel del poni”.

jueves, 18 de octubre de 2012

Mi hija pequeña, a la que llamaremos Marti



Lo sé. Todavía es pequeña para detectar cómo va a ser su personalidad. Pero a esta edad Meni ya tenía rabietas, si no le gustaba algo lo tiraba y se ponía rígida como una tabla cuando no quería que la sentaras, la tumbaras o cualquier otra cosa. Marti es todo lo contrario, el amorosismo, el mimo, la dulzura y la tranquilidad personificada en un bebé de 10 meses; lo sé, es muy pequeña, pero veía imprescindible dedicarle una entrada como a su hermana. Por ahora no tiene anécdotas, ya las tendrá.

lunes, 15 de octubre de 2012

Mi hija mayor, a la que llamaremos Meni



 Sí, tengo una hija de cuatro años llamada Meni (en realidad tiene un precioso nombre muy vintage, pero creo fundamental preservar su nombre real porque es posible que me lea algún día…) con mucho carácter. Yo la describo siempre igual: yo no creía en la astrología hasta que un amigo pasó un rato con ella cuando tenía tres añitos recién cumplidos, y me dijo: “tu hija es géminis.” Y yo le contesté: "pues no sé, la verdad, nació el xx de xxxx..." a lo que él respondió: "Pues sí, es géminis. Es que yo soy géminis y los detecto en seguida. En un momento es una niña adorable que te quiere y al siguiente no te quiere ni ver y es la más antipática". Justo. Así es Meni. Luego supe que era géminis con ascendente géminis.

Faunia, este sábado.
Meni trae de serie un carácter de aquí te espero: antes de que naciera me pasé meses y meses leyendo libros de crianza respetuosa para hacer niños seguros de sí mismos y sin taras. Yo creo que me pasé de respetuosismo. Meni es exigente, caprichosa, gritona, de rabieta fácil y de llanto todavía más fácil. Pero cuando no es todo eso, es una niña encantadora, simpática, abierta, payasa, juguetona, cariñosa, mimosa, amable, y sobre todo, muy graciosa (en su guardería fue elegida la niña más graciosa del año). Y tiene la risa más contagiosa que conozco.

Pues después de esta introducción, os voy a contar la anécdota. En mi afán por intentar pulir ese comportamiento tan avasallador que tiene (a su hermana la trae frita), el otro día vio Pinocho (por cierto, qué horror de película, no sé si algún día me reconciliaré con Disney, pero por ahora me parece todo lo contrario a didáctica infantil). Le encanta. Cuando terminó, le dije: “¿Tu sabías que todos tenemos un Pepito Grillo en la cabeza? Pepito Grillo es la conciencia de Pinocho, le dice lo que está mal, ¿tú no escuchas una vocecilla, cuando por ejemplo le quitas un juguete a tu hermana, que te dice que está mal?” Ella me miraba incrédula. “No”, me contestó. “Pues deberías oírla. Yo sí la escucho, cuando algo está mal, dentro de mi cabeza algo me dice “esto no está bien”, es mi conciencia, y hay que escucharla y hacerle caso”.
Pepito Grillo, que vive en ti...

Así me quedé tan ancha, con la explicación que le había dado. Ella siguió jugando y al rato vino. Se acerca sigilosa a mi lado. “Mamá, abre la boca” Me dice. Yo abro la boca y ella mira dentro. “No lo veo”. Dice. “¿Qué no ves?” pregunto, a lo que ella me responde: “A Pepito Grillo”.

Angelito.

Claro que Meni tiene respuestas para todo. El jueves me llega una circular del cole, en su clase hay piojos. La observo. Se rasca. Como es la 4ª vez que llegan estos visitantes se los conoce de sobra. Le digo: "Meni, te rascas mucho la cabeza, ven que te mire a ver si vas a tener piojos". A lo que me contesta: "Me rasco la cabeza porque estoy pensando, mira" y me hace el gesto de pensar mientras se rasca... si es que la rara soy yo.

lunes, 1 de octubre de 2012

Aliéname



Voy a confesar una de mis obsesiones: la educación de mis hijas.

Desde antes de que nacieran he intentado ser consecuente con el tipo de educación y vida que quiero darles. A pesar de encontrarme con la oposición de buena parte de mi entorno decidí una crianza lo más respetuosa y natural posible dentro de mis posibilidades, y para ello he leído más de una docena de libros y monográficos de prestigiosos pediatras y psicólogos, he visto documentales y reportajes sobre este tipo de crianza, me he informado sobre el parenting attatchment, la teoría del apego, etc., con el único fin de que mis hijas sean adultas felices, estables y creativas, sin dependencias emocionales y con criterio. Pero bueno, esto ha sido una opción personal que no pretendo en absoluto que continúen en la escuela ni más allá de las cuatro paredes de mi casa (ojalá).

Sin embargo, a partir de los tres años los padres y las madres empezamos a delegar muchas cosas en el colegio: a partir de esa edad ya no solo juegan, aprenden rutinas y se organizan, sino que tienen un currículo que seguir y unos niveles académicos a los que llegar.

Últimamente se habla mucho de que la educación que tienen actualmente nuestros estudiantes no se corresponde con el mundo en el que viven y, sobre todo, el mundo en el que les tocará vivir. Ken Robinson, un gurú en educación y creatividad, dice que las escuelas actuales matan la creatividad, algo que es fundamental a la hora de trabajar.

 

Roger Schank habla de la necesidad de redefinir la educación en todos sus aspectos para aprender mediante la práctica (learning by doing). 

En todos los casos plantean un renacer de la educación basada en la creatividad, la motivación, desarrollar habilidades en lugar de estudiar, centrarse en el aprendizaje y la enseñanza, y no en evaluar, etc.

Pues a pesar de que parece que los sistemas educativos más eficientes y modernos están de acuerdo en esas cosas, el ministro actual de educación no parece saberlo y tiene entre manos un proyecto de ley de la reforma educativa, cuanto menos, inquietante.

Ha eliminado asignaturas como Ciencias para el mundocontemporáneo, Ética y Educación para la ciudadanía. Tres asignaturas de claro componente crítico para el alumno, cuyos principales objetivos eran despertar su interés en formarse opiniones con respecto a los campos de los derechos humanos, la ciencia, la tecnología, la sociedad, etc. Eliminan las asignaturas de Artes Escénicas (música, lenguaje musical, etc.) y reducen las de plástica y tecnologías.



Con esto pretenden aumentar las horas de las materias que consideran importantes: matemáticas, lengua y ciencias. También pretenden hacer una manada de ñus con amplios conocimientos académicos pero que sean incapaces de pensar por sí mismos. Hasta ahora, a pesar de mi oposición al gobierno actual, nunca pensé que ejercieran deliberadamente un control específico hacia las personas, hasta este momento, en el que sus mecanismos empiezan a recordarme a sistemas represivos de alienación.

Este nombre raro de los cupcakes…



Algunos y algunas pensaréis el porqué del nombre del blog, ya que ni es un blog de cocina ni de vida edulcorada. Pues bien; gracias a (o por culpa de) mi espíritu feminista y progresista siempre he sido una pésima ama de mi casa: no sé planchar, ni coser, ni organizar armarios. Cocino por pura subsistencia (sé hacer de todo y lo hago bien, pero reconozco que por ahora, no me gusta) y solo sé poner un programa de la lavadora. Mientras vivíamos en pareja los dos solos nunca fue un problema, nos complementábamos. Pero desde que tenemos dos criaturas a nuestro cargo, siento que a pesar de las decenas de libros sobre crianza y educación que me he leído, a pesar de la madre tan maravillosa que he tenido y que me ha dado el ejemplo perfecto de cómo ser madre, a pesar de que intento no dar puntada sin hilo (elijo los cuentos para leerles y el canal de TV que pueden ver, sus juegos, intento que tengan vida cultural y creativa…) me faltaba algo… y la pista me la dio mi hija mayor, que es una loca de los cupcakes. Solemos ir a menudo a una tienda del centro de Madrid que se llama Happy Day Bakery donde tienen unos cupcakes deliciosos, y cada día mi hija me pide uno. Así que yo, que odio cocinar, he decidido aprender a hacerlos (una de tantas cosas que hacemos por ellos). Para mí el cupcake es el principio de una serie de cosas (muy superficiales) a las que soy capaz de llegar por mis niñas. De ahí el título del blog.

Este fin de semana me decidí: algo fácil, los cupcakes de DrOetker. ¿Fácil, digo? Pues ha sido un desastre… soy consciente que poca gente colgaría imágenes de sus fracasos, pero yo busco la felicidad, y debo reírme de mí misma. Así que ahí va:

Al principio no tenían mala pinta. Al horno que fueron.


Pero ya desde la ventana del horno se anticipaba la desgracia… ¡¿qué pasó?!


Efectivamente… la masa desbordaba…


Pero yo me empeñé en terminarlos. Mi hija estaba entusiasmada con el tema de la decoración y no quise decepcionarla...

Por si alguien no recuerda cómo debe ser un cupcake:
Y aquí mi desastre:



Cierto. Debí tirarlos desde el primer momento. No debí leer bien que debía esperar a que enfriara la masa para añadir la crema y eso fue el fin…
Una cosa es cierta, de sabor estaban buenos (perdonad mi osadía señores de DrOetker), aunque mi hija ni los probó.

Una de mis mejores amigas me ha regalado un curso para aprender a preparar cupcakes… ya os iré informando de mis progresos.