Voy a confesar una de mis obsesiones: la educación de mis
hijas.
Desde antes de que nacieran he intentado ser consecuente con
el tipo de educación y vida que quiero darles. A pesar de encontrarme con la
oposición de buena parte de mi entorno decidí una crianza lo más respetuosa y
natural posible dentro de mis posibilidades, y para ello he leído más de una
docena de libros y monográficos de prestigiosos pediatras y psicólogos, he
visto documentales y reportajes sobre este tipo de crianza, me he informado
sobre el parenting attatchment, la teoría del apego, etc., con el único fin de
que mis hijas sean adultas felices, estables y creativas, sin dependencias
emocionales y con criterio. Pero bueno, esto ha sido una opción personal que no
pretendo en absoluto que continúen en la escuela ni más allá de las cuatro
paredes de mi casa (ojalá).
Sin embargo, a partir de los tres años los padres y las
madres empezamos a delegar muchas cosas en el colegio: a partir de esa edad ya
no solo juegan, aprenden rutinas y se organizan, sino que tienen un currículo
que seguir y unos niveles académicos a los que llegar.
Últimamente se habla mucho de que la educación que tienen
actualmente nuestros estudiantes no se corresponde con el mundo en el que viven
y, sobre todo, el mundo en el que les tocará vivir. Ken Robinson, un gurú en
educación y creatividad, dice que las escuelas actuales matan la creatividad,
algo que es fundamental a la hora de trabajar.
Roger Schank habla de la necesidad de redefinir la educación
en todos sus aspectos para aprender mediante la práctica (learning by doing).
En todos los casos plantean un renacer de la educación
basada en la creatividad, la motivación, desarrollar habilidades en lugar de
estudiar, centrarse en el aprendizaje y la enseñanza, y no en evaluar, etc.
Pues a pesar de que parece que los sistemas educativos más
eficientes y modernos están de acuerdo en esas cosas, el ministro actual de
educación no parece saberlo y tiene entre manos un proyecto de ley de la reforma educativa, cuanto menos, inquietante.
Ha eliminado asignaturas como Ciencias para el mundocontemporáneo,
Ética y Educación para la
ciudadanía. Tres asignaturas de claro componente crítico para
el alumno, cuyos principales objetivos eran despertar su interés en formarse
opiniones con respecto a los campos de los derechos humanos, la ciencia, la
tecnología, la sociedad, etc. Eliminan las asignaturas de Artes Escénicas (música,
lenguaje musical, etc.) y reducen las de plástica y tecnologías.
Con esto pretenden aumentar las horas de las materias que
consideran importantes: matemáticas, lengua y ciencias. También pretenden hacer
una manada de ñus con amplios conocimientos académicos pero que sean incapaces
de pensar por sí mismos. Hasta ahora, a pesar de mi oposición al gobierno
actual, nunca pensé que ejercieran deliberadamente un control específico hacia
las personas, hasta este momento, en el que sus mecanismos empiezan a
recordarme a sistemas represivos de alienación.
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