lunes, 22 de octubre de 2012

Contradicción 1: Faunia



Primero: tras mi maternidad he tenido que claudicar con algunos de mis principios y asumir de forma más evidente mis contradicciones. Uno de ellos era jamás visitar un parque en el que hubiera animales enjaulados y expuestos. Pues ya voy por mi cuarta visita a un parque de estas características (2 Faunias, 1 zoo, 1 Peralejo). Mi hija Meni está loca por los animales y cada día me dice: “¿Sabes que yo no tengo una mascota?” a lo que yo le contesto: “Claro que lo sé”. Por lo que mi sentimiento de culpabilidad de que no tenga ni una tortuga, me empuja a llevarla a este tipo de espacios.
Meni y los flamencos

El sábado del puente del 12 de octubre estuve en Faunia. Como yo, a medio Madrid y a tres cuartas partes de España se les ocurrió el mismo plan. Yo estuve hace dos años y me llevé una impresión bastante mala, de hecho, lo llegamos a llamar estaFaunia; comparado con el zoo, que tiene mucha más variedad de animales y mucho más impactantes (elefantes, osos pardos, pandas) de Faunia me fascinó el rincón de los suricatas: tanto espacio para un animal tan absurdo. Dato: jamás pensé que haría una comparación de este estilo.

Guacamayos en el trópico de Faunia
Canguro en la estepa Faunia



Pues, ¿qué es lo bueno que tiene Faunia? Para mi gusto, que estás más cerca de los animales y que a muchos de ellos puedes tocarlos. No tengo yo muy claro que esto sea bueno para ellos, desde luego (más bien me parece un horror que estos pobres animalitos sean acosados por las personas), pero obviamente mi hija mayor y las hijas de la otra pareja con la que fuimos, estaban encantadas.

¿Lo peor de Faunia? Pues lo que los niños nos enseñan. Cuando salimos y le pregunté a mi hija qué animal le había gustado más, me respondió: “el cartel del poni”.

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