viernes, 30 de noviembre de 2012

Expectativas con los hijos



Como madre no tengo unas expectativas concretas con mis hijas. Solo quiero que sean felices

Suena manido y cínico, pero es cierto. Si de mayores quieren ser carpintera o médica me va a parecer perfecto.

Aunque ideal tengo, para qué nos vamos a engañar, y como toda madre que se precie vuelco en ellas mis propias frustraciones y me llenaría de orgullo tener una hija ilustradora o diseñadora gráfica, estudiante de bellas artes, con una creatividad interior brutal. Vamos, lo que a mí me hubiera gustado ser. 

Pero como por suerte soy una persona coherente y empática, me resignaré con fingida felicidad si una elige ser economista y la otra abogada y las apoyaré en su empeño como me apoyaron a mí mis padres cuando les dije que quería ser escritora (qué padres apoyan a un hijo con semejante ilusión, le empujan a estudiar algo relacionado, en mi caso fue filología, y les parece brillante cualquier cosa que hubiera querido emprender: solo los míos). Yo no lo he conseguido y además desistí pronto, lo bueno: me enfoqué para ser editora (dicen que los que no saben jugar al fútbol son comentaristas, en mi caso, no fui escritora pero soy editora). Lo malo: por el camino he descubierto que tengo una vena más creativa que otra cosa a la que no le doy salida.

Para mí es muy importante la estética, la calidad y los valores que puedo transmitirle a mis hijas a través de la lectura. Desde pequeñitas van a seleccionados cuenta cuentos, les compro y leo cuentos que considero de calidad (huyo de Teos y otras series que no aportan creatividad alguna), limito la tipología de cuentos que considero inapropiados (nada de fingida moraleja políticamente correcta)… he intentado infundir criterio en mi hija mayor, sin éxito. Al menos por ahora.


 Cuentos que me gustan

Quiero decir que cuando yo propongo leerles un cuento, acepta de buen grado el que yo elijo como primera opción, pero siempre me pide después uno de los que yo considero perniciosos. Y los considero perjudiciales porque creo que otorgan valores con los que no quiero que mis hijas se sientan identificadas. Pero no me queda otra que tragar.

No me gustan los cuentos de princesas porque no dignifican a las mujeres y las representan con clichés que no quiero que mis hijas asuman como suyos: tener que estar siempre guapa, asumir tareas del hogar solo para ellas, o esperar a que otras personas, casi siempre un príncipe, resuelva sus problemas, son, entre otras cosas, estereotipos de princesa que no comparto.  

Formato Disney, tampoco comparto: ha sido brutal su aportación al mundo del cine y de la ilustración, pero tanto la trama de sus películas/cuentos como esos personajes femeninos (princesas cursis incapaces de resolver situaciones por ellas mismas, madrastras malvadas, sufridoras madres que enloquecen, etc.) son del todo contraproducentes.
Cuentos que no me gustan


Por desgracia, a Meni le regalan cuentos sin mi supervisión, y tiene unos cuantos que por mucho que yo esconda en su estantería, siempre acaba encontrando. Me toca tragar. Veremos si lo que intento sembrar se vislumbra en algo positivo.

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